
Muy pocos artistas alcanzan
el estatus y la categoría sufi
ciente como para ser considerados
un género en sí mismos. Joe
Henry pertenece a ese pequeño
grupo de elegidos, ese pequeño
conjunto de nombres en el que
podríamos incluir a Bob Dylan, a
Tom Waits, o a Randy Newman.
Joe Henry nació en Carolina
del Norte, creció en Michigan,
pasó los primeros años de su
carrera musical en Nueva York,
y fi nalmente se instaló en Los
Ángeles a principios de los noventa.
Su historia está llena de
desencuentros con la industria
musical, lo que poco a poco le
ha ido llevando a ejercer un control
absoluto sobre sus trabajos,
convirtiéndose de este modo en
un productor reputadísimo. Short
Man´s Room (1992) y Kindness
of the World (1993) le llevaron a
profundizar en la música de raíces,
el country y el folk.
Instaló un estudio en su garaje,
y allí es donde se gestó Trampoline
(1996), un álbum más orientado
hacia lo rítmico, en el que
se funden sonoridades de instrumentos
acústicos con loops de
batería, guitarras eléctricas, voces
misteriosas, y distintas texturas.
Es el comienzo de una etapa
de grandes hallazgos, de amor
al riesgo. Fuse (1999), mezclado
con la ayuda de Daniel Lanois y
T-Bone Burnett, profundiza en la
misma línea. Con Scar (2001)
su carrera da un nuevo giro. En
este disco mezcla de manera
asombrosa distintos estilos, soul,
jazz, folk, funk… Colaboran en él
reputadísimos músicos de jazz,
como Brad Mehldau o el gran
Ornette Coleman, contribuyendo
a que el álbum suene original,
interesantísimo, fresco, arriesgado,
intenso. Es su primera obra
maestra. Tiny Voices (2003),
sigue jugando con músicos de
jazz con melodías folk y soul en
sus manos. El resultado sigue
siendo fantástico. Durante estos
últimos años Joe se ha hecho
un nombre como productor para
otros artistas. Son cada vez más
los que reclaman sus servicios,
desde Aimee Mann, Ani DiFranco,
Elvis Costello y Solomon
Burke. Y ahora llega a nuestras
manos Civilians, una auténtica
joya, un trabajo que abarca todo
lo que ha aprendido a lo largo
de su carrera. Un álbum accesible,
lejos de la complejidad
de sus dos anteriores trabajos,
que camina por otros senderos.
Otra auténtica obra maestra, de
la que muchos críticos ya han
dicho, incluso antes de su publicación,
que perdurará a lo largo
de la historia, que se convertirá
en un clásico. Es difícil imaginar
cuál será su siguiente paso.